lunes, 5 de enero de 2015

El libro del 2014

¨Se acerca el tiempo en que solo aquello que supo permanecer inexplicable podrá requerirnos¨
René Char

Hace unos días, un amigo preguntó: ¿cuál es el libro que te inspiró en el 2014 y a quién se lo vas a regalar?
Siempre me gusta repasar mis lecturas del año, y cuando vi la pregunta me vino a la mente uno de los últimos libros que leí. No se si considerarlo inspirador del año que se fué, ya que llegó a mi casi al final, si creo que le puso un buen moño al 2014 y le abrió la puerta de par en par al tono que creo me acompañará en este 2015.
No se lo voy a regalar a nadie por ahora. Porque es un libro caro, pero sobre todo, porque aprendí que muchas veces, un libro que a uno le dio un mazazo dejándolo noqueado y balbuceando de emoción y alegría, a otro puede resultarle un bodoque incomprensible y adormilador.
Me parece que puede ser el caso con este libro, denso, intenso, por momentos difícil, y notablemente profundo.
Me pasó al leerlo, algo parecido a lo que cuenta Susan Sontag acerca de su experiencia leyendo los diarios de Gide: ( va en el inglés original) ¨I should have read it much more slowly and I must re-read it many times — Gide and I have attained such perfect intellectual communion that I experience the appropriate labor pains for every thought he gives birth to! Thus I do not think: “How marvelously lucid this is!” but: “Stop! I cannot think this fast! Or rather I cannot grow this fast!”

En un rapto de entusiasmo, le regalé fotocopias de un par de capítulos a un amigo y calculo que a esta altura, (sin ofenderme, prometo), ya se habrán convertido en fuego para el asado.

Los libros van llegando a nuestra vida, cuando tienen que llegar. Si estamos atentos, podemos darles la bienvenida. Por lo menos esa es mi experiencia de los últimos tiempos.

Comparto entonces aquí algo de este fenomenal libro que llegó a mi en noviembre, en el momento justo, como llegan casi siempre estas joyitas. Vino, como bien dice Mujica en el prólogo, ¨a darme palabras para decirme y saberme,  a permitirme leerme en él y respetarme también como incomprensible¨.


El saber del no saberse
Hugo Mujica, Ed Trotta.

¨Para la atención desasida, para el ver que no solo mira, o el oír que también escucha, las cosas se manifiestan, son el don de su ser y su no ser, su expresión y su reserva, la desnudez con que se muestran y el pudor con que se ocultan. Nosotros también...

Para que cada cosa no tenga otro fin que ser lo que está siendo, hay que aceptarla como don y figura del instante, dejarla ser, amarla, dejarla pasar, aceptarla como roce y despedida.

Asi, cada cosa es su tiempo, y su no tiempo, su vivir y su morir, su llegar y partir...


De despojo en despojo, hasta la pura interioridad...prescindir del conocimiento es...parte de la apertura a lo divino, parte de ir soltando toda aprehensión, toda identificación, toda amarra... 


El recién nacido profeta descubre lo que hasta aquí no sabía: el profetismo del callar...
...la inabordable intensidad del aquí sin ningún allá, del alma abriéndose en lo que en ella se abre.
La unidad con todo, cuando ya no hay todo, ni hay unidad.

La libertad en mi, de mi...¨


Uff!

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